Por último, la última dimensión son las habilidades para la vida y el bienestar, en la que se trabaja la capacidad para afrontar satisfactoriamente los retos que nos plantea la vida, desarrollando comportamientos apropiados y responsables que nos ayudan a adquirir un mayor bienestar. Para ello, debemos aprender a fijarnos objetivos, focalizándolos, ser activos y críticos y dejarnos fluir.
Es decir, es necesario empoderar a nuestro alumnado para que tome las riendas de su vida y si algo no le satisface, poder decidir cómo y cuándo poner solución.
Esta competencia puede ser más compleja de introducir en nuestras propuestas de educación emocional en Infantil, pero no debemos perderla de vista a fin de que, si vemos a nuestro alumnado preparado para iniciarla, podamos empezar con pequeñas propuestas que luego se irán consolidando con las de educación emocional en Primaria.